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LA PRACTICA EN EL CONFINAMIENTO

Mi hermano de práctica pone en palabras el significado de esta frase. Esto de acuerdo con él, ha sido todo un descubrimiento:

LA PRÁCTICA EN EL CONFINAMIENTO

Cuando empezamos el confinamiento pensé en cómo ayudar a la gente que estaba estudiando conmigo el Yi Ch’uan, lo primero que se me ocurrió fue grabarme haciendo ejercicios y enviándoselos. Así lo hice y se recibieron con mucho agradecimiento.

Después de un par de semanas y de vencer mis resistencias empecé las clases telemáticas. Cuando me enteré de esta posibilidad hace muchos años me reía de ello, pensaba que por internet no era posible enseñar Ch’i Kung o T’ai Chi de manera efectiva; que se necesitaba a un profesor al lado… y es verdad.

Pero lo que no me imaginaba era el nivel de profundidad que podían ofrecer estas clases, y me explico.

Debido a la situación excepcional en la que tenemos que estar confinados en nuestras casas, tenemos la oportunidad para profundizar en la práctica. Los que tenemos la costumbre de practicar a diario lo tenemos muy fácil: hay más tiempo, podemos practicar más. Pero los que no tenemos esa costumbre, aunque tengamos también más tiempo, no nos sale practicar. O quizás lo hagamos un día de vez en cuando o, en el mejor de los casos un rato al día.

Cuando ofrecí la posibilidad de hacer clases telemáticas enseguida una buena parte de alumnos se apuntaron a ellas. De los que practicaban por su cuenta y de los que no lo hacían. Digo hacían, porque ahora lo están haciendo. Casi todxs los que se apuntaron están asistiendo a más de cuatro clases a la semana; y cada clase es de dos horas.

Por supuesto, todo el trabajo con compañero que exige el estudio y práctica de un Arte Marcial, es imposible bajo estas circunstancias. Sin embargo, en el Yi Ch’uan, la práctica de la Estática, de los Sheli y de Mocapu es más importante y esencial. Y esto, teniendo la mirada y la voz del profesor que nos puede corregir, sí que es posible a distancia. Con ciertas limitaciones, pero a la vez con ventajas, como veremos más adelante.

En el Arte que practicamos siempre decimos que no hay que mirar en exceso al profesor, que no hay que copiar sino descubrir por uno mismo siguiendo las indicaciones del profesor. Y se trata de repetir y repetir un mismo ejercicio, con todos sus detalles, imágenes y demás indicaciones. Las correcciones del profesor siempre son necesarias pero el método del Yi Ch’uan está hecho para que uno mismo vaya descubriendo su propio cuerpo, su movimiento y llegue a autocorregirse a partir de un nivel de comprensión.

Lo que ha sido una sorpresa es el nivel de profundidad que están alcanzando cada una de las personas que viene a estas clases. Y tiene un motivo: practicar casi a diario.

Cuando asistimos a talleres de un día o a cursos de fin de semana aprendemos y avanzamos en nuestra práctica. Pero cuántos de nosotros vamos practicando lo aprendido hasta el siguiente taller? El porcentaje es bajísimo, no nos engañemos. Incluso cuando vamos a clases semanales, quién practica durante el resto de la semana? También pocos.

A veces nos apuntamos a clases semanales para hacer y disfrutar una actividad que realmente nos gusta pero entre clase y clase nos mantenemos a distancia. Es más una práctica de “mantenimiento” que de profundización. No estoy criticando esta manera de practicar, lo digo para poder hablar de lo experimentado durante estos meses.

Lo que va ocurriendo en las clases a distancia es que la gente está conectando de verdad con lo que es practicar a diario. Los cambios se van dando casi en cada clase. Van comprendiendo, sintiendo, descubriendo cosas que sin esta oportunidad es posible que nunca llegaran a sentir.

Algunos alumnos me decían que no les apetecía ponerse delante del ordenador para practicar. Me parece muy normal. Estas clases no son para disfrutar aunque enseguida las disfrutas. No estás delante del ordenador sino a unos metros de este, al que miras de vez en cuando para ver el ejercicio que se propone y luego sigues las indicaciones de voz que te van guiando y ayudando en el mismo ejercicio. No es irte a una masía en la montaña, estás solo en una habitación de tu casa; y este es otro descubrimiento.

Los que ofrecemos clases desde el ordenador podemos observar que la persona está más relajada que en las clases presenciales, está en su terreno y eso ayuda, y mucho, a la propia práctica. Podemos ver cosas que no se ven en una clase normal porque al estar en grupo y en una sala que no es de nuestra casa, nos ponemos “algo” que nos protege y no somos tan “nosotrxs mismos”. Estoy conociendo a los alumnxs más que nunca; y estoy seguro de que ellos a mí también.

Como decía antes, más allá de disfrutarlas estas clases nos ayudan a entrar en la práctica, a vivirla de una manera continuada, a sentirla como algo esencial, como algo necesario para nuestra vida; igual que el alimentarnos o el dormir. Y esto es importante, la práctica no es para conseguir algo especial o ser un fuera de serie; la práctica debería ser algo cotidiano que nos ayude a vivir, a comprender, a sensibilizarnos y conectarnos con nosotros mismos y con nuestro entorno.

Desde que estoy dando estas clases además de profesor me siento facilitador de esta posibilidad para el/la que desee vivir la práctica a otro nivel, como algo propio. Para el que quiera darse cuenta de que practicar es algo natural.

Les pedí a los alumnxs que me hicieran un feed-back para asegurarme de que no sólo yo estaba viviendo así las clases y su sentir coincidía con el mío: que merecían totalmente la pena. Los grupos de fin de semana ya me están pidiendo mantener alguna clase telemática semanal, para que entre un curso y otro (que pueden pasar dos, tres o más meses) se pueda conservar la práctica y la verdad es que me parece una muy buena idea para que siga existiendo esta posibilidad. Lo haré.

Dicen que “no hay mal que por bien no venga” y debo agradecer al confinamiento este descubrimiento para poder ofrecer algo más que lo que ofrecen las clases presenciales.

Juanolo, 2 de mayo de 2020

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